Los pollos y cerdos son animales monogástricos, lo que significa que tienen un solo estómago y no pueden convertir los ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) en ácidos grasos saturados. Cuando se les alimenta con una dieta rica en AGPI, estos ácidos se acumulan en sus grasas. Este entre algunos otros motivos es un punto fundamental a la hora de mi decisión de evitar en cierto modo, a estos animales.

La relación entre la nutrición de los animales que consumimos y nuestra salud es un tema poco explorado pero de gran importancia. En el caso de los pollos y cerdos, la calidad de su alimentación puede afectar nuestra salud al ingerir su carne. A pesar de que estos animales no contienen compuestos químicos defensivos como las plantas, es fundamental analizar la composición de su dieta y cómo influye en nuestra salud.

Tanto los pollos como los cerdos son animales monogástricos, es decir, tienen un único estómago y no pueden transformar los ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) en ácidos grasos saturados. Si se alimentan con una dieta rica en AGPI, estos ácidos se acumulan en sus tejidos adiposos.

Cuando consumimos carne de pollo o cerdo con altas concentraciones de AGPI, estos ácidos también se depositan en nuestras reservas de grasa, ya que también somos monogástricos. Y el exceso de estos omega6 propios de los animales se correspondería de un modo cercano all consumo de aceites de semillas o ácidos grasos omega-6.

Un equilibrio adecuado entre los ácidos grasos omega-3 y omega-6 en la dieta puede tener varios beneficios para la salud. Aquí hay 10 puntos clave:

  1. Reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares: los ácidos grasos omega-3 pueden reducir los niveles de triglicéridos en la sangre y disminuir la presión arterial, lo que puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
  2. Reducción de la inflamación: los ácidos grasos omega-3 pueden ayudar a reducir la inflamación en el cuerpo, lo que puede ser beneficioso para personas con enfermedades inflamatorias crónicas, como la artritis reumatoide.
  3. Mejora de la función cerebral: los ácidos grasos omega-3 son esenciales para el desarrollo y la función del cerebro, y pueden mejorar la memoria y la capacidad de aprendizaje.
  4. Protección de la visión: los ácidos grasos omega-3 pueden proteger contra la degeneración macular relacionada con la edad, una enfermedad ocular que puede causar ceguera en los ancianos.
  5. Reducción del riesgo de cáncer: algunos estudios sugieren que un equilibrio adecuado entre omega-3 y omega-6 puede reducir el riesgo de ciertos tipos de cáncer, como el cáncer de mama.
  6. Mejora de la salud de la piel: los ácidos grasos omega-3 pueden mejorar la salud de la piel, reducir la sequedad y la picazón, y prevenir la aparición de arrugas.
  7. Reducción de los síntomas del síndrome premenstrual: los ácidos grasos omega-3 pueden ayudar a reducir los síntomas del síndrome premenstrual, como los cambios de humor y la hinchazón.
  8. Protección del hígado: los ácidos grasos omega-3 pueden proteger contra la acumulación de grasa en el hígado y la enfermedad del hígado graso no alcohólico.
  9. Reducción del riesgo de enfermedades autoinmunitarias: un equilibrio adecuado entre omega-3 y omega-6 puede reducir el riesgo de enfermedades autoinmunitarias, como la enfermedad inflamatoria del intestino y el lupus.
  10. Reducción del riesgo de depresión: algunos estudios sugieren que los ácidos grasos omega-3 pueden ayudar a reducir el riesgo de depresión y mejorar los síntomas en personas que ya tienen la enfermedad.

Actualmente, la mayoría de los pollos y cerdos se crían en sistemas intensivos y se alimentan con dietas ricas en AGPI, principalmente a base de maíz, soja y cereales. Aunque es posible encontrar carne de animales criados en pastoreo, es probable que también hayan sido alimentados con estos mismos alimentos en gran medida.

Por otro lado, los animales rumiantes, como el ganado vacuno, se alimentan principalmente de pasto y no acumulan AGPI en sus tejidos grasos en la misma proporción que los pollos y cerdos. Los rumiantes suelen tener menos del 2% de AGPI en sus grasas, mientras que los pollos y cerdos pueden llegar a acumular hasta el 20%. Estas diferencias en la nutrición y almacenamiento de AGPI pueden tener consecuencias en la salud humana.

Desde un enfoque evolutivo, nuestros ancestros consumían carne de animales rumiantes de gran tamaño, como bisontes, alces, renos y ganado pre-doméstico. Nuestro organismo se adaptó a partir de esta alimentación, lo que sugiere que sería la más adecuada para nuestra salud. Sin embargo, no existen registros históricos de consumo de animales con niveles tan elevados de AGPI como los encontrados en los pollos y cerdos de cría intensiva actuales.

La alimentación de los animales, en particular de pollos y cerdos, puede tener efectos encubiertos en nuestra salud debido a la acumulación de AGPI en sus grasas. Al consumir su carne, también ingerimos estos ácidos, lo cual puede ser perjudicial para nuestra salud. Es fundamental prestar atención al origen y la dieta de los animales que consumimos, buscando opciones más acordes con nuestra evolución para mantener un óptimo bienestar.

Algunas Referencias

Aquí tienes algunos estudios importantes relacionados con los beneficios de un equilibrio adecuado entre los ácidos grasos omega-3 y omega-6:

  1. Estudio de Cohorte de Enfermedades Cardiovasculares de Nurses’ Health Study: Este estudio, publicado en el New England Journal of Medicine, encontró que un mayor consumo de ácidos grasos omega-3 de origen marino se asoció con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular.
  2. Estudio de Cohorte de Rotterdam: Publicado en JAMA Ophthalmology, este estudio encontró que un mayor consumo de ácidos grasos omega-3 se asoció con un menor riesgo de desarrollar degeneración macular relacionada con la edad.
  3. Estudio de Cohorte de Salud de las Mujeres de la Universidad de Harvard: Este estudio, publicado en The American Journal of Clinical Nutrition, encontró que un mayor consumo de ácidos grasos omega-3 se asoció con un menor riesgo de desarrollar cáncer de mama.
  4. Estudio clínico aleatorizado de Suplementos de Ácidos Grasos Omega-3 en la Depresión (Estudio JAMA): Publicado en JAMA Psychiatry, este estudio encontró que los suplementos de ácidos grasos omega-3 pueden ser beneficiosos en el tratamiento de la depresión, especialmente en pacientes con síntomas graves.
  5. Estudio clínico aleatorizado de Omega-3 para la Artritis Reumatoide (Estudio RACAT): Publicado en Annals of the Rheumatic Diseases, este estudio encontró que los suplementos de ácidos grasos omega-3 pueden reducir la inflamación y mejorar los síntomas en pacientes con artritis reumatoide.