La comprensión de ApoB (Apolipoproteína B) como marcador de riesgo cardiovascular es un tema complejo pero fundamental en el ámbito de la medicina. Su relevancia surge de la asociación de ApoB con las lipoproteínas de baja densidad (LDL), comúnmente conocidas como “colesterol malo”. Es crucial no considerar a ApoB como el único marcador definitivo en la evaluación del riesgo cardiovascular, ya que hay múltiples factores y marcadores que deben tenerse en cuenta.
Perspectiva Evolutiva. Los Kitava y los Tsimane
Hace algunos años, traté de debatir con un conocido investigador del área de la salud metabólica y experto en estilo de vida y hábitos de cazadores recolectores, el cual estuvo involucrado directa o indirectamente en los trabajos con la población kitava, alrededor de los marcadores de salud cardiovascular de mayor peso.
La mayoría de los profesionales de la salud en aquel momento consideraban que el LDL elevado y el apoB elevado eran unos claros identificadores de episodios futuros de enfermedad cardiovascular.
Los Kitava, un grupo étnico que reside en la isla de Kitava, situada en Papúa Nueva Guinea, han capturado la atención de la comunidad científica debido a su notable bienestar cardiovascular. A pesar de seguir un estilo de vida tradicional y una dieta que se basa en tubérculos, frutas y pescado, lo que se considera alta en carbohidratos, sorprendentemente, tienen tasas bajas de enfermedades cardiovasculares. Este fenómeno ha desencadenado investigaciones y debates en todo el mundo sobre cómo la dieta y el estilo de vida pueden influir en la salud cardiovascular. Los estudios de los Kitavans proporcionan información valiosa sobre cómo algunos grupos pueden mantener una excelente salud del corazón a pesar de consumir alimentos que difieren de las recomendaciones dietéticas occidentales convencionales.
Curiosamente apoB en este grupo humano se encontraba en rangos “preocupantes” para ellos. Lo mismo ocurría con los Tsimane (los Tsimane son otro grupo de interés en el ámbito de la investigación científica., ya que residen en la región amazónica de Bolivia y se han convertido en un objeto de estudio debido a su notable salud cardiovascular. A pesar de llevar un estilo de vida tradicional en un entorno remoto y de consumir una dieta basada en alimentos de origen animal, tienen tasas extremadamente bajas de enfermedades cardiovasculares.) Uno de los puntos fundamentales que diferencian a esta poblaciones de nosotros es el acceso y consumo del Ácido Linoleico.
El ácido linoleico, un ácido graso omega-6, puede promover la inflamación en el cuerpo cuando se consume en exceso y se encuentra en desequilibrio con los ácidos grasos omega-3 en la dieta. Este desequilibrio puede dar lugar a la producción de moléculas proinflamatorias, como prostaglandinas y leucotrienos, lo que contribuye a la inflamación crónica y se asocia con diversas enfermedades crónicas, como enfermedades cardiovasculares y autoinmunes. Mantener un equilibrio adecuado entre omega-6 y omega-3 en la dieta es fundamental para promover una respuesta inflamatoria saludable y prevenir problemas de salud relacionados con la inflamación.
Imagina que el ácido linoleico (LA) es como la gasolina. Por sí solo, el LA no es un problema. Sin embargo, cuando se oxida, se convierte en algo perjudicial para nuestro cuerpo. Es algo parecido al efecto de tirar por el suelo gasolina y esperar que se produzca un incendio, no ocurrira por si solo, sino que necesita un mecanismo que lo active. Sabemos que cuando consumimos LA, nuestro cuerpo produce más LA oxidado, y esto se refleja en nuestro LDL, una partícula en nuestra sangre. Esta versión oxidada del LDL se llama oxLDL.
La ApoB, que mencionamos antes, es solo una proteína que tenemos en cantidades abundantes en nuestro cuerpo. El LDL también contiene ApoB, junto con otras sustancias. Cuando el LA se oxida, se adhiere a la ApoB en el LDL y causa su oxidación, junto con otras sustancias cercanas.
Aquí está la clave: la ApoB se ha utilizado durante mucho tiempo como un marcador de riesgo de enfermedad cardiovascular. Sin embargo, esta proteína resulta ser un indicador deficiente, especialmente cuando observamos poblaciones que no padecen enfermedades cardiovasculares. Incluso en grupos que consumen una gran cantidad de LA en su dieta, la ApoB no es la causa del problema, sino más bien un vehículo que transporta el LA oxidado. Los médicos y científicos que han estado investigando en las últimas décadas están llegando a la conclusión de que debemos mirar más allá de la ApoB para comprender el riesgo de enfermedad cardiovascular de manera más precisa.
1. ApoB y LDL: Una Relación No Tan Simple
ApoB es un componente principal de las lipoproteínas LDL, y su medición se ha usado para estimar la cantidad de estas lipoproteínas en la sangre. Sin embargo, esta relación es más compleja de lo que parece a primera vista. Las LDL varían en tamaño y densidad, y estas variaciones tienen diferentes implicaciones para la salud cardiovascular. Las LDL pequeñas y densas pueden ser más aterogénicas (es decir, pueden promover la formación de placas en las arterias) en comparación con las LDL grandes y menos densas. Por lo tanto, concentrarse exclusivamente en ApoB sin considerar la heterogeneidad de las partículas de LDL puede llevar a una evaluación incompleta del riesgo cardiovascular.
2. El Riesgo Cardiovascular: Un Panorama Multifactorial
El riesgo cardiovascular no se limita a los niveles de ApoB o LDL. Factores como la genética, la presión arterial, el estado inflamatorio del cuerpo, la actividad física, y la alimentación juegan roles críticos en la salud cardiovascular. Por ejemplo, una persona con niveles elevados de ApoB pero con una buena condición física, una dieta equilibrada y una baja presión arterial puede tener un riesgo cardiovascular menor que alguien con niveles normales de ApoB pero con otros factores de riesgo presentes.
3. Más Allá de ApoB: Otros Marcadores Importantes
Para una evaluación completa del riesgo cardiovascular, es esencial considerar un espectro más amplio de marcadores. Estos incluyen la medición de la presión arterial, el perfil lipídico completo (incluyendo HDL, triglicéridos, etc.), los niveles de glucosa en sangre y marcadores de inflamación. Estos factores pueden proporcionar una visión más completa y matizada del riesgo cardiovascular.
4. Insulina y Salud Cardiovascular
La insulina y los niveles de glucosa en sangre son aspectos cruciales en esta ecuación. La resistencia a la insulina y la hiperinsulinemia, que a menudo preceden al desarrollo de la diabetes tipo 2, están vinculadas a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y aterosclerosis. Por lo tanto, la evaluación de la función de la insulina y los niveles de glucosa es esencial en el contexto de la salud cardiovascular.
Actualizaciones a 14 Diciembre 2023
Como ya he tratado de dejar claro, la relación entre los lípidos y la aterosclerosis es compleja y no se limita únicamente a las lipoproteínas que contienen ApoB. La resistencia a la insulina y la disfunción metabólica también desempeñan un papel crucial en esta dinámica, y es fundamental explorar estas conexiones para obtener una comprensión más completa de la enfermedad cardiovascular.
Fíaje en este video
La hipótesis convencional sobre los lípidos parece estar en constante evolución y, en muchos aspectos, resulta errónea e incompleta. Es importante comprender que no todas las elevaciones de ApoB (lipoproteína asociada a la apolipoproteína B) se traducen necesariamente en un mayor riesgo cardiovascular.
Un ejemplo intrigante de esto es un estudio reciente que arroja dudas sobre la relación entre ApoB y aterosclerosis. ¿Por qué, en este estudio, no se encontró ninguna diferencia en los resultados de la angiografía coronaria por TC entre un grupo de personas que siguieron una dieta cetogénica con niveles elevados de LDL (un promedio de 272 mg/dl durante 4,7 años) y otro grupo de control de la misma edad del estudio Miami Heart, que tenía niveles de LDL mucho más bajos (un promedio de 123 mg/dl)?
Esta disparidad plantea cuestionamientos sobre la contribución de las lipoproteínas que contienen ApoB a la aterosclerosis. Aunque están involucradas en el proceso, es plausible argumentar que no son el principal impulsor ni la causa directa de la aterosclerosis.
En lugar de centrarse exclusivamente en las lipoproteínas, la resistencia a la insulina y la disfunción metabólica también desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de la aterosclerosis. Estos fenómenos afectan la reparación endotelial, la eliminación de células apoptóticas (eferocitosis) y los procesos inmunológicos que involucran a los macrófagos en el espacio subendotelial.
La hipótesis convencional sobre los lípidos parece estar en constante evolución y, en muchos aspectos, resulta errónea e incompleta. Es importante comprender que no todas las elevaciones de ApoB (lipoproteína asociada a la apolipoproteína B) se traducen necesariamente en un mayor riesgo cardiovascular.
Un ejemplo intrigante de esto es un estudio reciente que arroja dudas sobre la relación entre ApoB y aterosclerosis. ¿Por qué, en este estudio, no se encontró ninguna diferencia en los resultados de la angiografía coronaria por TC (CCTA) entre un grupo de personas que siguieron una dieta cetogénica con niveles elevados de LDL (un promedio de 272 mg/dl durante 4,7 años) y otro grupo de control de la misma edad del estudio Miami Heart, que tenía niveles de LDL mucho más bajos (un promedio de 123 mg/dl)?
Esta disparidad plantea cuestionamientos sobre la contribución de las lipoproteínas que contienen ApoB a la aterosclerosis. Aunque están involucradas en el proceso, es plausible argumentar que no son el principal impulsor ni la causa directa de la aterosclerosis.
En lugar de centrarse exclusivamente en las lipoproteínas, la resistencia a la insulina y la disfunción metabólica también desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de la aterosclerosis. Estos fenómenos afectan la reparación endotelial, la eliminación de células apoptóticas (eferocitosis) y los procesos inmunológicos que involucran a los macrófagos en el espacio subendotelial.
Conclusión
Aunque ApoB es un marcador significativo para evaluar el riesgo cardiovascular, su papel no es exclusivo ni definitivo. Una evaluación completa del riesgo cardiovascular requiere una visión holística que incluya una variedad de marcadores y factores de riesgo. Esta comprensión integral es vital para tomar decisiones informadas sobre la prevención y el tratamiento de enfermedades cardiovasculares.
Referencias
Lindeberg S, Nilsson-Ehle P, Terént A, Vessby B, Scherstén B. Cardiovascular risk factors in a Melanesian population apparently free from stroke and ischaemic heart disease: the Kitava study. J Intern Med. 1994 Sep;236(3):331-40. doi: 10.1111/j.1365-2796.1994.tb00804.x. PMID: 8077891.