En este primer capítulo de nuestra serie “Regetarianismo 101”, nos adentraremos en un tema fundamental: la Revolución Verde y cómo su legado se entrelaza con la aparición de los problemas de pobrreza de sueño y daño del medio ambiente. ¿Fue realmente “verde” y una “revolución”? O, como regetarianos, ¿debemos repensar y hacer repensar estas nociones para una comprensión general fuera del Dogma?

Introducción

La Revolución Verde, que se erige como un hito en la historia de la agricultura, desencadenó cambios significativos en la producción de alimentos a nivel mundial. Pero, ¿fue realmente tan verde como su nombre sugiere? ¿Y qué relación tiene con el regetarianismo, un enfoque alimenticio centrado en la reducción del impacto ambiental?

En esta post, marcamos el comienzo de una serie que explora el regetarianismo desde una perspectiva de aprendizaje, aplicación práctica y facilidad de integración en la vida cotidiana. Además, estas publicaciones servirán como un valioso repositorio de argumentos para el debate en contraposición al enfoque basado en una alimentación predominantemente basada en plantas.

A lo largo de esta serie, abordaremos diversos aspectos del regetarianismo, incluyendo sus fundamentos, beneficios para la salud y el medio ambiente, así como consejos prácticos para adoptar esta filosofía de vida de manera efectiva. También proporcionaremos argumentos sólidos para aquellos momentos en los que desees debatir y defender tu elección de regetarianismo.

El obejtivo es proporcionarte información completa y comprensible sobre el regetarianismo y cómo puedes incorporarlo en tu día a día. Pero primero, echemos un vistazo a la Revolución Verde y cómo las dietas basadas en plantas se relacionan con ella.

Todo lo que necesitas saber de la Revolución Verde

La Revolución Verde, un período de transformación agrícola que tuvo un impacto significativo en la producción de alimentos en el mundo, marcó un hito en la historia de la agricultura. Durante las décadas de 1947 a 1960, el mundo se enfrentaba a una grave escasez de alimentos debido al rápido crecimiento de la población. La disponibilidad de alimentos por persona era extremadamente baja, lo que planteaba desafíos significativos para la seguridad alimentaria global.

Este proceso global tenía como objetivo principal abordar los desafíos críticos de la época, como la pobreza y la desnutrición, al aumentar la producción de alimentos de manera eficiente.

Para lograr este aumento en la producción de alimentos, se implementaron una serie de medidas clave:

  1. Expansión del Área Cultivada: Se buscó aumentar la superficie de tierra utilizada para la agricultura, lo que permitió cultivar más alimentos en un espacio mayor.
  2. Doble Cultivo: Esta práctica implicaba plantar dos cultivos en el mismo campo durante el año, maximizando así la producción de alimentos en un solo terreno.
  3. Uso de Semillas de Alto Rendimiento: La introducción de semillas de alto rendimiento (HYV) fue una de las piedras angulares de la Revolución Verde. Estas semillas eran resistentes a enfermedades, crecían rápidamente y producían cosechas abundantes.
  4. Mayor Uso de Fertilizantes y Pesticidas: Se promovió el uso intensivo de fertilizantes y pesticidas inorgánicos para mejorar la calidad y cantidad de los cultivos.
  5. Mejoras en la Infraestructura Agrícola: Se realizaron inversiones significativas en la mejora de la infraestructura agrícola, incluyendo sistemas de riego más eficientes y mejores implementos agrícolas.

El resultado de la Revolución Verde fue un aumento drástico en la producción de cereales, legumbres y algunos vegetales en todo el mundo.

Además de aumentar la producción de alimentos, la Revolución Verde también tuvo un impacto significativo en la reducción de la pobreza y en la estabilidad de los precios de los alimentos. Sin embargo, con el paso del tiempo, comenzaron a surgir efectos adversos que planteaban preocupaciones.

Uno de los principales desafíos fue el impacto negativo en el medio ambiente y la salud pública debido al uso intensivo de pesticidas e insecticidas. Esto llevó a un debate sobre la necesidad de regular y reducir el uso de productos químicos agrícolas para mitigar los efectos perjudiciales en la salud humana y el ecosistema.

De Barros y Lodos. Impactos Negativos y Efectos Secundarios de la Revolución Verde

Aunque la Revolución Verde tuvo un impacto significativamente positivo en la producción de alimentos y la lucha contra la hambruna en muchas partes del mundo, también conllevó una serie de efectos secundarios y desafíos que deben tenerse en cuenta. Aquí están algunos de los efectos secundarios más destacados:

Agotamiento de Recursos Naturales: La expansión del área cultivada a menudo implicó la deforestación y la conversión de áreas naturales en tierras de cultivo. Esto llevó a la pérdida de biodiversidad y al agotamiento de recursos naturales como el suelo y el agua.

Deterioro del Suelo: El cultivo intensivo y el uso frecuente de fertilizantes y pesticidas inorgánicos contribuyeron al deterioro del suelo. La sobreexplotación y la falta de prácticas de conservación del suelo a largo plazo pueden llevar a la erosión y a la degradación del suelo.

Contaminación Ambiental: El mayor uso de pesticidas y fertilizantes químicos también llevó a la contaminación ambiental. Estos productos químicos pueden infiltrarse en el suelo y las aguas subterráneas, afectando negativamente a los ecosistemas acuáticos y terrestres, así como a la salud humana.

Resistencia a Plagas y Enfermedades: La dependencia excesiva de semillas de alto rendimiento y el uso intensivo de pesticidas a veces condujeron al desarrollo de resistencia en las plagas y enfermedades, lo que requería el uso de pesticidas cada vez más potentes y la creación de un ciclo de dependencia continua.

Impacto en la Salud Humana: Aunque la Revolución Verde ayudó a combatir la desnutrición al aumentar la disponibilidad de alimentos, también planteó preocupaciones sobre la seguridad alimentaria a largo plazo. El exceso de pesticidas y fertilizantes en los alimentos puede tener efectos negativos en la salud humana si no se gestionan adecuadamente.

Dependencia de Recursos Externos: La Revolución Verde a menudo requería insumos externos, como semillas de alto rendimiento, fertilizantes y pesticidas químicos. Esto podía hacer que los agricultores fueran dependientes de proveedores externos y aumentar los costos de producción.

Impacto Socioeconómico: Aunque la Revolución Verde aumentó la producción de alimentos, también tuvo efectos socioeconómicos. La concentración de tierras en manos de grandes agricultores y la pérdida de empleo en la agricultura tradicional pueden contribuir a desigualdades económicas y sociales.

Una realidad que va mucho más allá del “Humanismo”

Lejos de las promesas “humanistas” y la filantropia, los procesos de la Revolución Verde se torpedearon así mismos. La misma Revolución que fue vendida como una solución al hambre, una apuesta por la justicia social y una pasarela hacia la modernidad hizo a medio y largo plazo lo contrario.

Los defensores de las dietas basadas en plantas te tratarán de mostrar y proporcionar datos que respaldan la idea optimista de que estamos en la dirección correcta: en 1947, aproximadamente el 50 por ciento de las personas sufrían de desnutrición, mientras que hoy en día esa cifra se sitúa alrededor del 13 por ciento, a pesar del constante aumento de la población mundial. Pero cuando hilas fino te das cuenta de algo.

No se puede atribuir necesariamente a la Revolución Verde la disminución del hambre. Investigaciones realizadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (ETC Group) confirman que más del 70 por ciento de los alimentos que consumimos provienen de la agricultura a pequeña escala, mientras que los monocultivos se orientan hacia la producción de diversos ultraprocesados en lugar de alimentos.

Los monocultivos de soja, y cereales como el maíz y el trigo, han avanzado a una velocidad vertiginosa estas décadas atrás. Si solo nos fijamos en la cantidad de ingresos monetarios que ha generado, sería tentador concluir que la pobreza ha disminuido y el nivel de vida ha mejorado en aquellos campesinos o trabajadores del campo pero más bien lo que ha ocurrido ha sido lo contrario. Lo que ocurría previamente a la aparición de la agricultura intensiva y extensiva era que los habitantes de las diferentes zonas afectadas cultivaban sus propios alimentos, cazaban, pescaban y participaban en el comercio local. Aseguran que vivían en un estado de abundancia y requerían de poco dinero. Hoy en día, se ven obligados a comprar casi todo lo que consumen. La falta de tierras disponibles para cultivar, la contaminación provocada afecta a sus cultivos y alimentos animales y el agua a consumir está contaminada por los agroquímicos utilizados. A pesar de contar con ingresos económicos superiores, sus vidas se han vuelto mucho más precarias.

La calidad de vida era mejor a pesar de no contar con las “nuevas tecnologías, sino porque podían vivir bien.

Otro ejemplo ilustrativo se refiere a la productividad: en el siglo XIX en Europa, se necesitaban 15 o 25 trabajadores para cosechar una tonelada de grano; hoy en día, una sola persona puede hacerlo en tan solo seis minutos.

Conclusiones

Casi el 99 por ciento de las calorías que consumimos diariamente provienen directamente del terreno. Las plantas que forman gran parte de las dietas globales dependen del sustrato para su desarrollo, y los animales que ingerimos se alimentan de estas plantas. El terreno es un recurso esencial para nuestra supervivencia como especie, pero lamentablemente, las prácticas agrícolas contemporáneas están acelerando su deterioro de forma preocupante. A nivel global, aproximadamente un tercio de la superficie terrestre del planeta muestra indicios de degradación moderada o grave del suelo, y más de la mitad de las tierras destinadas a la agricultura están experimentando algún grado de deterioro. Esta situación plantea desafíos significativos para la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de nuestro planeta.

Debido a una agricultura intensiva y una gestión inadecuada, los nutrientes esenciales del suelo están disminuyendo. Las reservas de nitrógeno han disminuido en un 42 por ciento, las de fósforo en un 27 por ciento y las de azufre en un 33 por ciento. Estos nutrientes son vitales para que las plantas crezcan de manera saludable, ya que los utilizan en procesos importantes como la fotosíntesis, la formación de enzimas y la síntesis de proteínas.

Como consecuencia de esta disminución en la calidad del suelo y las prácticas de cría selectiva, también hemos observado una reducción en el contenido nutritivo de algunas de nuestras frutas, verduras y granos. Un estudio realizado en 2004 analizó 43 tipos de cultivos de huerta para comparar la cantidad de nutrientes en 1950 y en 1999, utilizando información del USDA, cercanos a los de la Unión Europea. Aunque algunos nutrientes se mantuvieron estables, como el calcio y el fósforo, otros como el hierro, la riboflavina y la vitamina C mostraron niveles más bajos en 1999 en comparación con 1950, con reducciones que oscilaron entre el 6 y el 38 por ciento. Esta tendencia nos indica que la calidad nutricional de nuestros alimentos ha disminuido en las últimas décadas.

El contenido de proteína en el maíz ha experimentado una disminución significativa, cayendo entre un 30 y un 50 por ciento desde 1920 hasta 2001. Al mismo tiempo, ha habido un aumento en el contenido de almidón en el maíz. Esto significa que el maíz es menos nutritivo en términos de proteínas en la actualidad.

Las verduras y el trigo han experimentado una reducción de hasta un 25 por ciento en su contenido de magnesio. Este mineral es esencial para nuestra salud, y su disminución es motivo de preocupación.

Los cultivos de hortalizas han mostrado una disminución en los minerales traza esenciales, como el manganeso, el zinc, el cobre y el níquel, en las últimas décadas. Paralelamente, ha habido un aumento en los niveles de minerales tóxicos como el aluminio, el plomo y el cadmio en estos cultivos.

Estos datos plantean inquietudes significativas y subrayan la importancia de reevaluar nuestras prácticas agrícolas para preservar la fertilidad del suelo y asegurar la calidad nutricional de nuestros alimentos.